- Área: 431 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Jesús Granada, Subarquitectura
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Tabarca es la isla habitada más pequeña del Mediterráneo, con apenas 30 ha de superficie. Aunque ha sido visitada desde la antigüedad, el origen de su ocupación y de su trama urbana se sitúa en el siglo XVIII, cuando se construyó en ella una ciudad fortificada con fines militares.
El objetivo del proyecto es integrarse de la manera más respetuosa posible en el contexto, respetando las volumetrías establecidas por el planeamiento sin alterar el carácter arquitectónico y paisajístico de la zona, calificada como Conjunto Histórico-Artístico.
La construcción del hotel puede significar también una nueva sensibilidad hacia el delicado contexto tanto urbano como paisajístico de esta isla, provocando un impacto positivo en el cambio de modelo turístico hacia un escenario menos masificado. Tratamos, por tanto, de dar respuesta tipológica a ese nuevo uso del alojamiento temporal colectivo, esa especie de casa más grande y más pública.
De la vivienda tradicional local se pretende reproducir su fluidez en sección mediante una concatenación de recorridos y espacios que conectan las plantas a través de medios niveles y vistas diagonales interiores, desarrollando un recorrido continuo desde el acceso hasta la cubierta. La ausencia de pasillos crea relaciones a través de espacios generosos. El espacio a doble altura en planta baja enlaza diagonalmente con un gran distribuidor en planta primera iluminado cenitalmente por 2 lucernarios que asoman en cubierta.
Destaca el tamaño de la puerta de entrada: un gran hueco que busca la percepción del edificio como algo más público, un gran enrejado que crea un espacio previo abierto a la calle y ventilado.
La fachada presenta, además del gran enrejado de acceso, una composición de huecos sencilla, con una ventana en planta baja y balcones en planta primera. Por su parte, el alzado trasero presenta una composición de huecos verticales iguales en ambas plantas, con enrejados como filtro visual y protección en planta baja y balcones en la planta superior.
En cuanto a la distribución, en la planta baja se encuentra un gran espacio común en su zona delantera que actúa a modo de recepción y un espacio para servicios comunes. Esta sala permite organizar el funcionamiento general del hotel y además, gracias al zaguán exterior y al gran hueco de acceso, permanece iluminada y ventilada de forma natural. El lado norte de la planta baja se reserva a 3 habitaciones a las que se accede a través de su propio distribuidor.
En la planta primera, el espacio distribuidor da acceso a las 7 habitaciones restantes: 5 de la propia planta (2 a sur y 3 a norte) y 2 a las que se les da acceso a través de escaleras independientes que suben hasta la planta bajo cubierta, creando 2 estancias más generosas, similares a la especie de cuarto o “estància de més amunt” de la casa tabarquina tradicional.
El proyecto, finalmente, se ha materializado buscando integrar los materiales tradicionales presentes en el contexto de la isla, entendiendo la construcción del hotel como un conjunto soluciones constructivas ya testadas históricamente en el lugar en cuanto a durabilidad, mantenimiento y funcionalidad. Se trata de reinterpretar la ejecución de dichos materiales hacia una manera más contemporánea de entender “lo construido”.